Regreso al futuro que no fue

29-06-2022

Juan Murillo Moreno, estudiante universitario, en su articulo, Regreso al futuro que no fue, ha sido publicado en «Nosotros» Pinceladas Culturales para Hinojosa del Duque en el Nº 32 del mes de junio de 2022.

El artículo se puede leer a continuación:

Regreso al futuro que no fue

Juan Murillo Moreno

Hace no mucho, el gusano de la nostalgia me empujó a volver a ver la trilogía cinematográfica de Regreso al futuro —una de mis sagas preferidas—, porque uno puede estar siendo acechado por el amenazante monstruo de las tareas sin entregar, pero debe tener siempre tiempo para rencontrarse con los amigos. Lo graciosamente curioso fue encontrarme, mientras disfrutaba la Parte II de la saga, un letrero en pantalla que anunciaba que McFly y compañía acababan de llegar al 2015: su futuro… nuestro pasado. Pero no quiero entrar ahora en manidas reflexiones sobre el tiempo, no. A mis ojos les pareció tremendamente paradójica la visión de una realidad tan alejada de la nuestra en un aspecto específico: el transporte.

Allá por finales de los ochenta, los guionistas de esta pieza soñaban con un cielo poblado de coches voladores y un montón de adolescentes deslizándose sobre sus aerotablas particulares. Viajar de un sitio a otro nunca sería un problema, sino, más bien, un deleite en línea recta, al evitar el arcaico trazado curvilíneo de las carreteras del siglo pasado. Nada más alejado de la realidad contemporánea.

Yo, estudiante universitario, me veo obligado a desplazarme cada fin de semana desde la ciudad al pueblo y viceversa. En coche, el viaje dura en torno a una hora que termina por alargarse en la etapa final y más complicada del trayecto: encontrar un aparcamiento mínimamente decente, evitando la simpática zona azul. La alternativa, con la que evitamos tal odisea, es el autobús. De media, tarda una hora y veinte en unir Hinojosa del Duque y Córdoba, una duración aceptable y decente. Además, este medio colectivo permite el flujo geográfico de aquellos que carecemos de coche propio —en mi caso, incluso de carné—, y siempre supone un alivio para la maltratada atmósfera que muchas personas generen el gasto de una sola. No obstante, las bondades que ofrece están contrarrestadas por unos cuantos inconvenientes.

Para empezar, los encorsetados horarios minan mucho las posibilidades de los usuarios de encontrar la combinación perfecta de ida y vuelta. Para más inri, algunos viajes incorporan la necesidad de transbordo en Alcaracejos que dificulta aún más los trayectos a los más mayores. Pero lo más frustrante es ver cómo, en el andén 27 de la estación de Córdoba, muchas personas se quedan fuera del autobús por falta de plazas. Esto último se debe al desvarío de encajonar, en un solo autobús, a los pasajeros de más de ocho pueblos distintos, abarcando desde Cabeza del Buey hasta Villanueva de Córdoba.

Claro que lo ideal sería viajar de un lado a otro con un simple pestañeo, sin asfalto, ni combustible, ni ruedas de por medio. Pero, pensándolo bien, incluso el DeLorean tenía sus inconvenientes —a ver de qué rayo extraigo yo 1,21 jigowatts…—.

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