La tradicional fiesta de la Candelaria

04-01-2018

El día 2 de febrero se celebra la fiesta de la Purificación de Nuestra Señora, que popularmente se conoce como de La Candelaria o Las Candelas. Celebración que tiene lugar en conmemoración de que pasados cuarenta días del nacimiento del Niño Jesús, la Virgen María y su hijo Jesús hacen su presentación en el templo.

Con arreglo a la ley judaica todos los primogénitos debían ser consagrados al templo por mandato divino. «Habló Dios a Moisés y dijo: Conságrame los primogénitos de Israel, tanto de los hombres como de los animales, puesto, que son míos». La ofrenda podía hacerse personalmente o delegando en otra persona que hiciese la ofrenda en su nombre. La Virgen María acudió personalmente y le encargó a José que comprara un par de palomas a alguno de los mercaderes que tenían sus puestos en las proximidades del recinto del templo. La ofrenda de los ricos, generalmente  era presentar un cordero de un año, pero los pobres se contentaban con un par de tórtolas o palomas.

En Hinojosa del Duque se conserva la tradición, el día dos de febrero, al anochecer, la Virgen del Castillo llevando en una mano al Niño Jesús y en la otra una vela, sale de su ermita en procesión hasta la iglesia parroquial de San Juan Bautista, dando una vuelta para entrar por la puerta central para hacer la presentación del Señor en el Templo. En la procesión participan las madres con sus hijos pequeños bautizados en el año anterior, llevando una vela encendida, una niña precede a la Virgen con una jaula y dos palomas.

Al finalizar la misa, los niños, con la ayuda del párroco, besan el manto de la Virgen. La procesión de vuelta a la ermita sale por la puerta que da a la plaza, y ahí se produce la suelta de las palomas.

De siempre, la imagen de la Virgen ha llevado en la mano una vela encendida, si durante el camino la vela se apagaba, la interpretación era que el invierno seguiría con mal tiempo, si permanecía encendida, los malos temporales del invierno estaban ya fuera.

En la noche anterior, las calles se llenaban de hogueras, y a eso del toque de campanas de ánimas se prendían las candelas, en donde, por la mañana o por la tarde, se había acarreado el ramón y troncos viejos.

Los mayores, generalmente las mujeres, se sentaban en sus sillas de anea alrededor de las llamas. La chiquillería preparaban los corchos pinchados en un palo que quemaban en la candela, y les servía para tiznar a los paseantes o pintarse unos a los otros entre carreras de candelorio en candelorio.

La fiesta acababa de empezar, los vecinos entre canciones y juegos al corro alrededor de la hoguera, el vino de pitarra y los chorizos asados a la brasa, se disponían a despedir el invierno con el eterno rito del fuego.

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